En esta oportunidad me referiré sobre la
reverencia. La palabra reverencia tiene su origen en
el verbo en latín revereri, que significa “estar
asombrado”. En el sentido del Evangelio, esta definición se mezcla
con un sentimiento de profundo respeto, amor y
gratitud. La reverencia es una forma de adorar a Dios.
El presidente Dallin H. Oaks, Primer consejero de
la Primera Presidencia, dijo:
“La adoración al Señor
muchas veces incluye acciones, pero la verdadera forma de adorar implica una
actitud mental particular. “La actitud de adoración provoca los
sentimientos más profundos de fidelidad, veneración y admiración; en ella se
combinan el amor y la reverencia en un
estado de devoción que lleva a nuestro espíritu más cerca de Dios”
Hay muchas maneras de ser reverentes, y esto lo
aprendí la última clase del sacerdocio con el hermano Andrés Gavancho. Mostramos
reverencia cuando entramos al santo templo, mostramos reverencia en el momento
de la reunión sacramental, pero esos nos son las únicas maneras de ser
reverentes. La puntualidad es una manera de ser reverente, el prestar atención
a las clases y poner otras distracciones en segundo plano también es una manera
de ser reverente. Reverente no solo a Dios por el significado del mensaje y
nuestra conexión personal que se construye con Dios por medio de la clase, sino
también porque así demostramos reverencia al maestro de clase.
Hace poco tuve una conversación con un
amigo de la universidad que por muchos años trabaja como guía turístico. Yoan
maneja grupos europeos en idioma francés y los lleva para hacer andinismo a las
cumbres de las montañas. Conversando sobre su trabajo y lo complicado que es,
me decía que, en sus expediciones al Ausangate, a menudo se encuentran con
ganaderos locales que también hacen expediciones de 8 a 10 días. Aquellos
hombres de los andes conocen muy bien los cerros, ellos no se pierden. saben cómo
cortar camino y los lugares peligrosos a evitar. Nosotros, decía Yoan, por el
contrario, tenemos protocolos de seguridad, manejamos equipos satelitales, aun así,
cuando hay problemas, son ellos los locales, los que nos ayudan. Esta
experiencia de Yoan me recordó la experiencia de Moisés en el monte Horeb.
El libro de Éxodo 3:1-5 dice:
1 Y apacentando Moisés las
ovejas de su suegro Jetro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas más allá del
desierto y llegó a Horeb, monte de Dios.
2 Y se le apareció el ángel de
Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró y vio que la
zarza ardía en fuego, mas la zarza no se consumía.
3 Entonces Moisés dijo: Iré yo
ahora y veré esta gran maravilla, por qué causa la zarza no se quema.
4 Y viendo Jehová que él iba a
mirar, lo llamó Dios de en medio de la zarza y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él
respondió: Heme aquí.
5 Y dijo: No te acerques acá;
quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás tierra santa es.
Moisés, pensaba yo, al igual que los ganaderos de
nuestros andes, seguramente estaba muy familiarizado con el Monte Horeb,
probablemente habría estado muchas veces por allá. Sin embargo, al oír la
palabra de Jehová exhortándole que se quitara el calzado y reconociera que ese
lugar era santo, Moisés de modo reverente obedeció y fue
testigo de una experiencia espiritual que siempre recordaría. Aquella
experiencia espiritual única, cambio definitivamente su vida. De hecho, el
discurso del Elder Soares dice que: esa experiencia fue elemento clave de su
transformación de humilde pastor a poderoso profeta.
De este relato puedo sacar algunas conclusiones
muy sencillas: Primero, sin el acto reverente de Moisés no se hubiera
producido aquel evento espiritual. Segundo; tenemos que reconocer que algunos lugares,
aunque puedan parecer triviales, realmente llegan a ser lugares sagrados.
DEBEMOS SER REVERENTES EN LOS LUGARES SAGRADOS
Lo primero que me viene a la mente al pensar en
un lugar sagrado aquí en la tierra es en la casa del Señor, el templo, y
definitivamente los es, de hecho, para visitar un templo, nosotros los miembros
necesitamos tener una recomendación que de alguna manera certifique nuestro
compromiso renovado con el evangelio y una preparación espiritual para
acercarnos a Dios.
¿Y que hay con los centros de reunión o las
capillas?
¿Serán lugares sagrados?
en el libro de Mateo 18:20 dice:
Porque donde están dos o tres
congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
En verdad
nuestra capilla también es un lugar sagrado, y siendo así, es nuestra
responsabilidad ser reverentes en ella.
Algunas veces
se nos hace tan común asistir a la capilla que olvidamos que es precisamente aquí
donde podemos hacer esa conexión espiritual necesaria en nuestras vidas. Los
mensajes que nos dan nuestros lideres y los maestros son esa conexión que
necesitamos, sin embargo, si no somos reverentes, somos nosotros mismos los que
podemos romper esa conexión espiritual.
Hay muchas
formas de ser reverentes en la capilla, solo mencionare algunas:
1. Llegar temprano a las reuniones
2.
Evitar susurrar o conversar en la sacramental. Lo
mismo en las reuniones de la segunda hora.
3.
Mantener nuestros celulares apagados o en modo
silencio.
4.
Tener un sentimiento de pertenencia con este edificio.
5.
Cumplir nuestras asignaciones de limpieza de la
capilla.
A propósito de las cosas en que
debemos ser reverentes, quiero comentarles algo que me sucedió: Guido es otro
amigo que algunas veces asistió conmigo a esta capilla. Resulta que Guido está
pasando por problemas de salud un tanto delicados. Tuvieron que derivarlo de
emergencia para una cirugía complicada a Lima. Por algunos días mantuvimos comunicación,
pasaron los días y no sabíamos nada de Guido, pero después el teléfono estaba apagado.
El domingo pasado mientras nuestro maestro nos enseñaba la clase titulada La
reverencia por las cosas sagradas, justamente recibí una llamada. Era
Guido, así que sin pensarlo salí raudo de las clases y hablé con él. Después de
contarme que la cirugía había sido un éxito, me acordé del hermano Andrés y su
clase. Me sentí mal, así que le dije, que bien que ya estes mejor, hermano dame
15 minutos te devuelvo la llamada. Volví a mi clase un poco avergonzado por que
justamente estábamos hablando de las cosas que nos hacen irreverentes.
De hecho, recibir llamadas en medio
de la clase y que el celular no esté en silencio, puede alejar el espíritu de
una clase, puede incomodar a los hermanos. así que es mejor que evitemos esas
situaciones.
Nuestros hogares también son
lugares sagrados donde debemos mostrar reverencia, recordemos que allí es donde
doblamos nuestras rodillas en oración y establecemos una conexión individual y
sincera con el creador. En ese lugar nos juntamos como familia y enseñamos a
nuestros niños a conocer a Dios. Así que, también debemos reverenciar nuestros
hogares.
El presidente Thomas S. Monson dijo:
Un hogar es mucho más que una casa
construida de madera, ladrillos o piedra. Un hogar se edifica con amor,
sacrificio y respeto. Nosotros somos responsables del hogar que edifiquemos, y
debemos edificar con sabiduría, ya que la eternidad no es un viaje corto. En él
habrá tranquilidad y viento, luz del sol y sombras, alegría y pesar, pero si de
verdad nos esforzamos, nuestro hogar puede ser un pedacito de cielo en la
tierra.
Hace poco visitamos la casa de
Jaime y Nauvoo, su sala estaba decorada con motivos espirituales, entre algunos
adornos estaba la declaración a la familia. Cuando le preguntamos a Jaime sobre
el buen gusto de decorar de su esposa él nos dijo: Ella no lo hizo, lo
adorné yo. Así que recordé que el reverenciar nuestro hogar no es tarea
exclusiva de las mujeres.
Finalmente, en el libro de hebreos 12:28 dice:
Así que, recibiendo nosotros el
reino inconmovible, retengamos la gracia por la cual vamos a servir a Dios,
agradándole con temor y reverencia;
Otra forma en el cual podemos ser reverentes es
en nuestras asignaciones y llamamientos. Considero que nuestra disposición de
servir es la manera más sagrada de demostrar amor, respeto y gratitud a Nuestro
padre Celestial.
Quiero expresar mi admiración y respeto por dos
hombres que me enseñan como ser reverente a Dios. El Hermano Julio Ríos y El
Hermano Julio palomino son ejemplos de cómo ser reverentes en nuestro
llamamiento. Cada jueves son nuestras reuniones a las 7 pm. Este último jueves
El hermano Julio Palomino estaba regresando de Sicuani, había ido a trabajar y
me imagino que después de un viaje agotador, quizá lo único que hubiera querido
es llegar a casa y descansar. En vez de eso estuvo con toda disposición de ser
reverente a Dios sirviendo a su llamamiento. Me llamó y me dijo: Hermano ya
estoy de regreso por el penal, los espero en casa. Después llegó el hermano
Julio Ríos, para los que no conocen a Julio, él es un hombre muy ocupado que
trabaja desde muy temprano hasta muy tarde en las noches. Cuando llegó a la reunión
estaba con muchas ganas y dándonos instrucciones sobre nuestras
responsabilidades, cuando me tocó participar me di cuenta que Julio estaba muy
cansado y casi a punto de dormirse. Pensaba en el día difícil que habrá tenido,
quizá sin cenar; ahí estaba el presidente Julio, siendo reverente a su
investidura como presidente del cuórum de élderes
Gracias hermanos Ríos y Palomino por enseñarme
como se debe ser reverente al servir.
Testifico que la reverencia viene por medio de un
compromiso interno de cultivar una “actitud de adoración”. La reverencia solo
puede estar presente cuando, de forma sincera, sentimos y mostramos nuestro
amor por el Señor y por otros miembros. Se que el esfuerzo que hagamos por
tener reverencia personal puede ser una extensión del amor que sentimos por
Nuestro Padre Celestial y por el prójimo.