Hoy lunes 25 de diciembre
celebramos la navidad, también es inicio de semana así que para empezar bien salí
a trotar temprano, trato de hacerlo al menos tres veces por semana, si puedo trotar
cuatro veces por semana se convierte en una semana magnífica. Además, me siento
un poco obligado a salir a ejercitarme debido las cantidades de azúcar extra que
consumo en fiestas navideñas.
Afortunadamente el día
estaba muy lindo, un cielo despejado y el sol iluminaba en todo su esplendor. La meta para hoy era hacer 7 kilómetros a un
ritmo pausado. Al llegar a la altura del paradero Santa Rosa (San Sebastián), más
o menos era la mitad de mi recorrido, vi a un sacerdote católico. Era de
apariencia europea y de unos 65 años aproximadamente. Cuando lo vi, estaba
cruzando la calle con mucha prisa y cuando pasó por mi lado le di un saludo
cordial: “Padre buenos días”, él me miró y me devolvió el
saludo.
Creo que seguí trotando
como 5 minutos más y luego me di la vuelta y regresé trotando a casa. Al pasar
por el mismo lugar de mi encuentro con el padre, los altavoces de la parroquia
de Santa Rosa, anunciaban que se estaba celebrando una misa; la misa de las 7
de la mañana.
Me puse a pensar en aquel hombre de fe, y del gran servicio que estaba brindando al prójimo. Para él
seguramente estos días son uno de los más cargados del año. No tengo otra cosa
que respeto y admiración por aquellos que dan de su tiempo en nombre de Dios.
Trotando de regreso a casa pensaba en esas personas, que dan de su tiempo, así como el clérigo de esta historia. Recordé de una conferencia de estaca que asistí, una autoridad regional de la iglesia estaba relevando al presidente de estaca y anunciando al nuevo hombre que tomaría sus funciones. La autoridad general daba gracias al presidente saliente por todo el esfuerzo y tiempo que dio mientras servía en ese cargo tan demandante. Dijo la autoridad general: “Este hombre usó el tiempo en el que hubiera podido estar con sus hijos y su esposa, por servir a otros”. Pensé mucho en esas palabras, aquellas personas que ocupan cargos eclesiásticos en la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días, no reciben un sueldo o pago por sus asignaciones. Así que debe de ser muy complicado para ellos, trabajar, ocuparse de sus propios hogares y también buscar tiempo (que no es poco) para servir en sus llamamientos. Pensé en el obispo de mi barrio, Juan Pablo Lopez Gavancho, y el inmenso trabajo que debe tener. El último domingo fácil había 200 personas en la reunión sacramental. Ser pastor de una unidad así de grande debe ser muy complicado.
Hoy es navidad, y
mientras muchos están aún durmiendo, porque se quedaron festejando hasta tarde,
otros están desde temprano prestando servicio. Mientras trotaba meditaba sobre
el significado de estas fiestas, que navidad no solo son regalos. En verdad es
lindo ver a los niños abrir sus regalos y departir con panetón y chocolate en familia. Sin embargo, es necesario también separar un tiempito para recordar
que la verdadera razón de estas fiestas es recordar el nacimiento de nuestro
salvador y redentor Jesucristo.
Sí, hoy recordamos que un bebé nació y luego de grande pagó por mis pecados por tus pecados y de todos. Este maravilloso ser lo hizo por amor y sin esperar nada a cambio. Entonces, el salvador Jesucristo, que nació hace mas de dos mil años, es a quien deberíamos darle un presente, es su fiesta.
¿Pero que le
regalaríamos? Si él tiene todo. Bueno pues, quizá él querría que de regalo le
demos nuestro tiempo, nuestro amor, nuestra paciencia, etc. Así como lo hacen mi
obispo y el padre de la parroquia de Santa Rosa. Como Jesucristo dijo: “En
verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a
los más pequeños, a mí lo hicisteis”. Mateo 25: 40
Hay muchas formas de
ofrecer un regalo al verdadero cumpleañero de estas fiestas. Servir a nuestros
semejantes, a los más cercanos, a nuestros seres queridos, etc. Hoy mientras
trotaba vi a un hombre de Dios ensenándome el verdadero sentido de la navidad,
el servicio a los demás.
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