martes, 16 de agosto de 2022

REFLEXIONES DEL LIBRO DE JOB

No sabía cómo empezar a escribir sobre El libro de Job, sobre todo, no encontraba el nexo de como relacionar esta historia con mis experiencias personales. Sin embargo, esta mañana mi amiga Beisit me escribió al WhatsApp y chateamos por un momento. En esa conversa yo había encontrado la forma de como direccionar esta historia.

Beisit está trabajando en África liderando un equipo de ambientalistas. Como podemos imaginar su trabajo no es de escritorio, esa labor es exclusivamente de campo. Me imagino a ella en medio de la selva africana tomando mediciones de la basta vegetación. Sí, veo arboles inmensos y a esos animales oriundos de esas tierras. Aprovechando los avances de la tecnología, Beisit me envió su ubicación y pude ver donde se localizaba exactamente en tiempo real.


Al ver su ubicación y las fotos que me envió, pude automáticamente, sacar ciertas conclusiones:

1.    Que habían cerca de 12 mil kilómetros de distancia

2.     Que realmente había mucho verdor y biodiversidad

3.     Que los atardeceres eran simplemente magníficos, etc.

Al poco tiempo ella me escribió algo así como: “Estoy en el medio de la nada y en lo alto de una montaña”.

Evidentemente estábamos viendo una misma cosa, pero procesando diferente la misma realidad.

 ¿Cómo puede estar en medio de la nada?

Allá había una variedad de flora y fauna. Ya puedo imaginar los sonidos únicos de la selva. Yo no estaba entendiendo.

Beisit después me aclaró que se refería a que estaban sin recursos, sin mucha comida y sin personas (solo su equipo de trabajo).

Uso esta larga introducción para resaltar que muchas veces dos personas vemos una misma cosa y la entendemos diferente. En muchos casos eso nos lleva a hacer juicios inexactos y a infructuosos enfrentamientos. Según Steve R Covey eso se denomina: “Ver nuestro entorno usando nuestros propios paradigmas”. (Covey R., 1989)

Beisit estaba en lo cierto, yo lo entendí mejor cuando me lo explicó.

Esta vez quiero comentar de un libro que me ha enseñado mucho estas últimas semanas. El libro en mención es “El libro de Job” en el Antiguo Testamento.

Para los que gustamos de la Obra literaria “Los Miserables” escrito por Víctor Hugo, sacamos muchas enseñanzas de cada uno de los personajes. Los Miserables tiene de todo, encontramos romance, acción, comedia, historia, drama, en fin, tiene todo. Yo soy un admirador de Víctor Hugo y su pluma. Pero…

¿A quién admiraba Víctor Hugo?

Se dice que Víctor Hugo dijo que “El libro de Job es tal vez la mayor obra de arte producida por la mente del hombre” (Halley H., 1946)

Saber que la persona que admiras siente admiración por algo, simplemente te hace querer investigar que es ese algo.

Es así que me puse a leer el libro de Job varias veces y también a escudriñar comentarios de personajes respetados. Acompáñenme a analizar algunas partes de este fascinante libro.

Hubo en la tierra de Uz un hombre llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, y temeroso de Dios y apartado del mal. (Job 1:1)

La historia de este hombre es tan interesante que algunos ponen en duda si realmente existió o no. Algunos autores manifiestan que este libro es solo una expresión poética y que los personajes nunca existieron.

Y aconteció que un día vinieron los hijos de Dios a presentarse delante de Jehová, entre los cuales vino también Satanás.

Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Y respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella.

Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?

Y respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde?

¿No le has levantado tú una valla a él, y a su casa y a todo lo que tiene alrededor? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra.

Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu mismo rostro.

Y dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tus manos; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová. (Job 1:6-12)

Bordeando los detalles de la conversación de Dios y el diablo y de cómo se dio este encuentro (que para muchos resulta muy controversial). Les pido que analicemos como si se tratara de un padre hablando con orgullo de su hijo. O de una persona sobre su amigo, aquel que conoce por muchos años y sabe de su personalidad.

Dios nos conoce individualmente a cada uno de nosotros y a pesar de nuestras debilidades, él sabe de nuestro potencial. Dios se alegra por nuestros logros y apuesta el todo por el todo por nosotros. Aun cuando nosotros lo defraudemos. Así es un padre, así es un verdadero amigo. Entonces queda claro que estamos frente a un padre orgulloso que le muestra al adversario que todo sacrificio vale la pena. Ahí está él, orgulloso y con el pecho erguido. Por otro lado, tenemos al maligno, ese ser despreciable lleno de envidia que atribuía la obediencia de Job a una suerte de conveniencia material y no a un acto de verdadero amor.

Los versículos que siguen solo demuestran el tipo de amor que Job tenia hacia el creador. Se dice que “Mientras más alto subes más dura es la caída.” Entonces podemos imaginar lo doloroso que fue para Job perderlo todo.

Según el libro Job tenía siete hijos muy bien criados y de buena salud. Además, poseía muchas riquezas y era bondadoso con los mas necesitados. Algunos autores afirman que Job era una especie de rey, sí, un rey bueno y magnánimo.

Entonces el diablo mató a sus hijos, hizo que sus posesiones se perdieran y de un momento a otro Job estaba en la completa ruina material y sentimental.

Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y se rapó la cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. Jehová dio y Jehová quitó: ¡Bendito sea el nombre de Jehová! En todo esto no pecó Job ni atribuyó a Dios despropósito alguno. (Job 1: 20-22)

El acto de rasgar las vestiduras es una representación a mucho dolor y luto, y claro, perder a los hijos debe ser un dolor inconmensurable. Adicionalmente, perder el fruto de muchos años de esfuerzo también debió ser devastador.

¿Cuántos de nosotros no caemos vencidos por mucho menos que esto?

¿Qué sabia Job que le dio fortaleza para no claudicar?

¿Qué debo saber yo para poder soportar las pruebas de la vida?

Continuemos con la historia:

Después de tan dura prueba, el Padre no podía estar más orgulloso de su hijo, claro, él lo conocía y sabia de sus fortalezas y sus debilidades. Así que en otra conversa encaro al adversario.

Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa?

Y Satanás respondió a Jehová y dijo: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende ahora tu mano y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu mismo rostro. (Job 2: 3-5)

Me es difícil no relacionarlo con mi vida y quizás ustedes lectores también puedan hacer una reflexión. Cuando vemos a un ser querido sufriendo alguna enfermedad es una dura prueba que puede hacer tambalear nuestro testimonio.

Conozco de personas que quiero que sufren problemas de salud muy dolorosos, tan dolorosos que pasan horas en hospitales. Sufren dolores tan intensos que solo poderosos analgésicos pueden calmar sus pesares. Yo mismo me he quejado cuando enfermo y adolorido hago mis oraciones al cielo preguntando del por qué. A veces el sufrimiento es tan fuerte que simplemente me alejo.

Pero… ¿soy yo el único que sufre? Es verdad que hay muchos que aparentemente la vida les trata mejor, pero sin duda también hay muchos que sufren más que yo.

Se me viene a la mente una familia a la que siempre les tuve un cariño muy especial, La familia Andía Espejo. Ellos son una familia cristiana y practicantes del amor de Dios. Hace años cuando yo apenas era un adolescente, se enteraron que yo estaba de cumpleaños. Para esto debo contar que en mi familia éramos pobres que nunca celebrábamos los cumpleaños. La familia Andía me invitaron a su casa y me prepararon un platillo especial, si era churrasco con papas fritas, yo me sentía incómodo porque todos los demás en la mesa comían un almuerzo regular. La madre les dijo a los demás de la mesa que yo estaba comiendo así porque era mi cumpleaños. Nadie murmuró ni mostró mala cara. Parecía que todos entendían que era algo normal hacer ese tipo de demostraciones de amor. Muchas veces me puse a pensar en por qué yo fui el único que comió carne ese día. Pues la verdad que los Andía eran también pobres como nosotros, pero entendían mejor el significado de dar, de servir al prójimo, de amar sin condición. Pasaron los años y los muchachos Andía Espejo (amigos míos) crecieron y tuvieron sus propias familias. Todo les estaba yendo muy bien, claro, tenía que irles bien porque eran buenos y amaban a Dios sobre todas las cosas. Sin embargo, al poco tiempo el patriarca del hogar enfermó y murió. No pasó muchos meses y el hijo mayor, Fernando, también falleció en un accidente de tránsito (dejando esposa e hijos). Era una desgracia que golpeó duramente a la familia y a los amigos.

 ¿Cómo se habrán sentido los deudos frente a tan sensibles pérdidas?

Por seguro se sintieron lo más cercano a lo que Job padeció. Al principio debe ser difícil asimilar todo este sufrimiento. La forma que reaccionamos no va a ser la misma a pesar del conocimiento que tengamos.

Volviendo a la historia de Job, ahora él no solo estaba padeciendo el dolor de perder a sus hijos y sus posesiones, ahora sufría dolor físico por una enfermedad.

No pues... ¿Qué hacer?, ¿Qué decir?, ¿Qué pensar?.

Ahora voy a traer a este análisis la parte introductoria de este relato. La conversación que tuve con Beisit y la manera en la que vi una misma realidad: “Estoy en medio de la nada”, donde ella veía y sentía muy diferente a como yo lo veía.

Desde el principio de los tiempos, Dios había instruido a su pueblo que si obedecían les iría bien, de lo contrario sufrirían pesares, quizás los siguientes versículos aclare mejor la manera de entender del antiguo pueblo de Dios en relación a la obediencia.

He aquí, yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición:

La bendición, si obedecéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo hoy; y la maldición, si no obedecéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios... (Deuteronomio 11:26-28)

Ahora me pregunto y les extiendo la pregunta:

¿Acaso no habríamos pensado que Job sufría todo esto porque había pecado?

Si no hubiéramos conocido la historia completa, es decir, la conversación de Dios y el diablo y el plan para probar a Job. Quizás pensaríamos como mucha gente pensó en torno a su dignidad.

Es que la escritura es clara, si obedeces eres bendecido y si no, atente a las consecuencias. Ahora Job (según las personas de su entorno) estaba sufriendo el castigo de sus errores.

Entonces le dijo su esposa: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. (Job 2:9)

Que golpe tan duro, tu esposa, tu amiga, tu compañera, ella también estaba usando su propia percepción y emitiendo un juicio, que para nosotros que sabemos cómo pasan las cosas, era equivocado.

Y tres amigos de Job, Elifaz, el temanita, y Bildad, el suhita, y Zofar, el naamatita, luego que oyeron de todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar, porque habían convenido en venir juntos para condolerse de él y para consolarle.

Los cuales, alzando los ojos desde lejos, no lo reconocieron y lloraron a gritos; y cada uno de ellos rasgó su manto, y esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo.

Así se sentaron con él en tierra durante siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande. (Job 2:11-13)

Me imagino que esos tres amigos también eran acaudalados como Job, la escritura dice que lloraron y sufrieron al ver a su amigo. También dice que no lo reconocieron, imagino que era porque su rostro estaba desfigurado a causa de la enfermedad.

¿Eran buenos amigos?

Mi humilde opinión es que si, aunque también juzgaron a Job de acuerdo a sus propios paradigmas.

Estando ahí con su amigo en desgracia, lo único que podían hacer era escucharlo y darle palabras de esperanza. Pero qué difícil es para los hombres saber escuchar, es que es cierto, a veces solo oímos y ya tenemos una respuesta sin ni siquiera analizar las palabras del otro.

El sufrimiento de Job era tan grande que maldijo el día que nació y se quejó profundamente por todo lo que le acontecía. Pero a los ojos de sus amigos y por el “conocimiento” que ellos tenían, Job tenía que arrepentirse porque era evidente que ese era un castigo de Dios.

Entonces respondió Elifaz, el temanita, y dijo:

Si intentáramos hablarte, ¿te sería molesto?

Pero, ¿Quién podrá detener las palabras?

He aquí, tú enseñabas a muchos

y las manos débiles fortalecías.

Al que tropezaba, tus palabras sostenían;

y fortalecías las rodillas débiles.

Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas;

y ahora que ha llegado a ti, te turbas.

¿No es esto tu temor, tu confianza,

tu esperanza y la perfección de tus caminos?

Recuerda, te ruego, ¿quién, siendo inocente, ha perecido jamás?

O, ¿Dónde han sido destruidos los rectos?

Como yo he visto, los que aran iniquidad

y siembran aflicción, eso mismo siegan. (Job 4:1-8)

A veces nos sentimos incomprendidos, que, al ver nuestra situación, la gente que nos rodea piensa que nos ahogamos en un vaso de agua. Que son consecuencias de nuestros actos y que “Ya va a pasar” Estos amigos estaban seguros que todo lo que pasaba a Job era consecuencia del pecado. Nada más alejado de la verdad, lo peor era que, en vez de ayudar a Job, estos comentarios agudizaban su sufrimiento.

Elifaz continúa hablando a Job:

Porque la aflicción no sale del polvo, ni el sufrimiento brota de la tierra.

Pero como las chispas se levantan para volar por el aire,

así el hombre nace para la aflicción.

Ciertamente yo buscaría a Dios y le encomendaría mi causa;

Él hace cosas grandes e inescrutables, y maravillas sin número;

él da la lluvia sobre la faz de la tierra y envía las aguas sobre los campos; él pone en alto a los humildes y da seguridad a los enlutados; él frustra los pensamientos de los astutos, para que sus manos no prosperen; él prende a los sabios en su propia astucia,

y el consejo de los perversos es malogrado. (Job 5:6-13)

Elifaz se pone a sermonear a su amigo en un momento inadecuado.

¿Acaso Job no sabía de las escrituras?

En ese momento me imagino a Job pensando ¿Por qué me dice esas cosas? ¿acaso soy culpable de algo? Y si lo soy, mejor me dirían la causa en vez de atormentarme y calificarme.

Enseñadme, y yo callaré; y hacedme entender en qué he errado. (Job 6:24)

Pero no todo es malo, Elifaz sin conocernos, también nos está dando una enseñanza poderosa. Sí, a mí el pecador constante, este ser que a pesar que conoce a Dios se desvía de cuando en vez de su presencia.

He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios corrige; por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso. (Job 5 :17)

Esto no aplica a Job, pero si a muchos de nosotros; seamos más lentos en quejarnos y listos a aceptar la corrección del eterno.

A continuación, Elifaz, en tono poético, nos relata todas las ventajas de estar al lado del creador y Dios:

En el hambre te rescatará de la muerte, y en la guerra, de manos de la espada.

Del azote de la lengua serás protegido y no temerás la destrucción cuando venga.

De la destrucción y del hambre te reirás y no temerás a las fieras del campo, pues aun con las piedras del campo tendrás alianza,

y las fieras del campo estarán en paz contigo. (Job 5:23)

Job seguía sufriendo y quejándose amargamente de su vida. Él estaba seguro que no había hecho nada malo para recibir tan cruel castigo. Sus amigos seguramente lo escuchaban y lo dejaban para que se desahogue de todos sus lamentos. Ahora era el turno de los otros amigos, que, sin anestesia, le dijeron lo que pensaban.

Y respondió Bildad, el suhita, y dijo:

¿Hasta cuándo hablarás tales cosas,

y serán las palabras de tu boca como un viento impetuoso?

¿Acaso pervertirá Dios el juicio, o pervertirá el Todopoderoso la ajusticia?

Si tus hijos pecaron contra él, él los entregó en manos de su transgresión.

Si tú de mañana buscas a Dios y ruegas al Todopoderoso, si fueras puro y recto, ciertamente se despertaría ahora en tu favor

y haría prosperar la morada de tu justicia. (Job 8:3-6)

Y respondió Zofar, el naamatita, y dijo:

¿No han de tener respuesta las muchas palabras?

¿Y el hombre que habla mucho será justificado?

¿Harán tus falacias callar a los hombres?

¿Y harás escarnio, y no habrá quien te avergüence?

Tú dices: Mi doctrina es apura, y yo soy limpio delante de tus ojos.

Mas, ¡quién diera que Dios hablara, y abriera sus labios para contigo y te declarara los secretos de la sabiduría, que son el doble de la sana sabiduría!

Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece. (Job 11:1-6)

Seguramente ustedes, así como yo, están pensando en este momento, “con amigos como estos, quien necesita enemigos”. Estos “amigos” ya habían señalado con el dedo acusador a Job, prácticamente le estaban reprendiendo severamente a que cambie su actitud y que se arrepienta. La verdad no me sorprende que aun ahora estos ejemplos se repitan en nuestra vida cotidiana. Muchas veces nosotros somos ese amigo inquisidor. Nosotros (muchas veces sin querer) juzgamos a nuestros semejantes, y eso es debido a nuestros propios paradigmas.

Entonces, Job a pesar de todo lo que sufrió, también tuvo que soportar injurias de los amigos y burlas y desprecios de gente que él había ayudado tiempo atrás. Haciendo un paralelo a nuestros tiempos, nosotros incluso nos adentramos tanto en una discusión que ya perdemos la objetividad y queremos a toda costa tener la razón.

Aquí va otra reflexión:

Hay momentos en nuestras vidas que nos pasan tantas cosas que entramos en una profunda depresión que por momentos nos olvidamos de nosotros mismos. Algunas veces hasta queremos terminar con nuestra propia vida. Quizás las crisis son más profundas por la falta de conocimiento. Si conoceríamos la vida tal y como Job la conocía, quizás no llegaríamos a pensar en acabar con nuestra propia vida. Job pudo haberse quitado la vida y no lo hizo. Esto le sirvió de mucho por que pronto tendría su recompensa:

Hay una escritura que puede conectar muy bien lo que viene a continuación:

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. (1Corintios 10:13)

Dios se aparece a Job y habla con él. Ahora Job era miembro exclusivo de un pequeño grupo de personas que hablaron con Dios. A continuación, la conversa íntegra:

Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino y dijo:

¿Quién es ese que oscurece el consejo

con palabras sin conocimiento?

Ahora ciñe como hombre tus lomos;

yo te preguntaré, y tú me lo harás saber.

¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?

Házmelo saber, si tienes entendimiento.

¿Quién dispuso sus medidas, si lo sabes?

¿O quién extendió sobre ella cordel?

¿Sobre qué están fundadas sus bases?

¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?

¿Quién encerró con puertas el mar cuando, irrumpiendo, salió del vientre, cuando puse yo nubes por vestidura suya y su faja como oscuridad, y establecí para él mis límites y le puse puertas y cerrojo, y dije: Hasta aquí llegarás, pero no más allá; y aquí se detendrán tus orgullosas olas?

¿Has mandado tú a la mañana en tus días?

¿Has mostrado al alba su lugar, para que ocupe los confines de la tierra, y sean sacudidos de ella los malvados?

Ella cambia como barro bajo el sello, y viene a estar como con vestidura; mas la luz es quitada de los malvados, y el abrazo enaltecido es quebrantado.

¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar,

y has andado escudriñando el abismo?

¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte,

y has visto las puertas de la sombra de muerte?

¿Has considerado tú la extensión de la tierra?

Declara si sabes todo esto.

¿Por dónde va el camino a la morada de la luz,

y dónde está el lugar de las tinieblas, para que las lleves a sus límites, y entiendas las sendas de su casa?

¿Lo sabías tú porque ya habías nacido, o porque es grande el número de tus días?

¿Has entrado tú en los depósitos de la nieve, o has visto los depósitos del granizo, que tengo yo reservados para el tiempo de angustia, para el día de la guerra y de la batalla?

¿Por qué camino se difunde la luz y se esparce el viento solano sobre la tierra?

¿Quién abrió cauce al turbión y camino a los relámpagos y a los truenos, haciendo llover sobre la tierra deshabitada, sobre el desierto, donde no hay hombre, para saciar la tierra desierta y desolada, y para hacer brotar la tierna hierba?

¿Tiene padre la lluvia?

¿O quién engendró las gotas del rocío?

¿De qué vientre salió el hielo?

Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?

Las aguas se endurecen a manera de piedra, y se congela la faz del abismo.

¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades

o desatarás las ligaduras del Orión?

¿Harás salir tú a su tiempo las constelaciones de los cielos?

¿Guiarás a la Osa mayor con sus hijos?

¿Conoces tú las leyes de los cielos?

¿Dispondrás tú de su dominio en la tierra?

¿Alzarás tú a las nubes tu voz,

para que te cubra abundancia de agua?

¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan

y te digan: Henos aquí?

¿Quién puso la sabiduría en el interior del ser?

¿O quién dio entendimiento al espíritu?

¿Quién cuenta las nubes con sabiduría?

Y los odres de los cielos, ¿quién los hace verter, cuando el polvo se ha convertido en dureza, y los terrones se han pegado unos con otros?

¿Cazarás tú la presa para el león?

¿Y saciarás el hambre de los leoncillos, cuando están echados en las cuevas, o están al acecho en la espesura?

¿Quién prepara al cuervo su alimento cuando sus polluelos claman a Dios y andan errantes por falta de comida? (Job capítulo 38)

El siguiente capítulo continua la amonestación de Jehová a Job, pero me imagino que, en este punto, Job no estaba tan adolorido. Más bien me imagino que estaba gratamente sorprendido de escuchar a Dios. Podría afirmar que en este punto ya todo era soportable e incluso que el dolor ya había desaparecido. Ahora su conocimiento se había incrementado. Obvio, Job tuvo que reconocer que no estuvo bien en algunas cosas y se disculpó ante Dios, pero eso ya no importaba en ese momento. Dios estaba a su lado y hablándole.

Entonces respondió Jehová a Job y dijo:

¿Es sabiduría contender con el Omnipotente?

El que disputa con Dios, responda a esto.

Entonces respondió Job a Jehová y dijo:

He aquí que yo soy insignificante; ¿Qué te responderé?

Mi mano pongo sobre mi boca.

Una vez he hablado y no responderé;

aun dos veces, mas no volveré a hablar.

Entonces respondió Jehová a Job desde el torbellino y dijo:

Cíñete ahora como hombre tus lomos;

yo te preguntaré, y tú me lo harás saber.

¿Invalidarás tú también mi juicio?

¿Me condenarás a mí para justificarte tú?

¿Tienes tú un brazo como el de Dios?

¿Y truenas tú con voz como la de él?

Adórnate ahora de majestad y de alteza,

y vístete de gloria y de hermosura.

Derrama los torrentes de tu ira, y mira a todo soberbio y abátelo.

Mira a todo soberbio y humíllalo, y pisotea a los malvados en su sitio.

Entiérralos a todos en el polvo; venda sus rostros en lugar oculto.

Entonces yo también reconoceré que tu diestra podrá salvarte. (Job 40:1-14)

Después de semejante experiencia, muy dolorosa por cierto, la relación entre Jehová y Job no fue la misma. Quizás es el camino que la mayoría de nosotros tengamos que pasar en algún grado. Hay cosas que no entendemos, conocimiento de lo alto que no podemos asimilar en esta vida. Nos queda la promesa de que, si confiamos y tenemos fe, algunas cosas se nos aclararan. Podremos entender después el “porque” de nuestros desafíos, de nuestras aflicciones. Job lo entendió:

Y respondió Job a Jehová y dijo:

Yo sé que todo lo puedes,

y que no hay pensamiento que se esconda de ti.

¿Quién es el que oculta el consejo sin conocimiento?

Por tanto, yo hablaba lo que no entendía, cosas demasiado maravillosas para mí, que no sabía.

Oye, te ruego, y hablaré; te preguntaré, y tú me enseñarás.

De oídas había oído de ti, mas ahora mis ojos te ven. (Job 42:1-5)

Así que seamos pacientes en las aflicciones, porque tendremos muchas, aun no somos como aquellos hombres nobles como Job que pasaron por un montón de aflicciones y nunca negaron la fe. Por otro lado, también aprendamos a escuchar y a reconocer que “no todo lo que brilla es oro” que nuestros paradigmas pueden hacernos juzgar erróneamente por más evidentes que las cosas puedan parecer.

A propósito, los amigos de Job fueron reprendidos y tuvieron que arrepentirse:

Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz, el temanita: Mi ira se ha encendido contra ti y tus dos compañeros, porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job. (Job 42:7)

Puedes haber pasado por mucho sufrimiento, quizás aún te falte pasar por muchas pruebas, recordemos que esta vida es una vida de probación y se espera que desafíos pasen en algún momento de nuestras vidas. Estoy seguro que los deudos de la familia Andía encontraron el suficiente consuelo después de tanto sufrimiento. No tengo duda que son una familia eterna y que ya tienen ganados un galardón celestial. Finalizo con una frase que escuché de mi amigo Eder: “Prepárate para las cosas difíciles mientras aun sean fáciles”

Quizás no vamos a sufrir como Job, pero es ahora el tiempo de saber cómo actuar cuando los desafíos vengan.

 

Referencias

Covey R., S. (1989). The 7 Habits of Higly Effective People (first edit).

Halley H., H. (1946). Pocket Bible Handbook.

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

CORRAMOS CON PACIENCIA LA CARRERA QUE TENEMOS POR DELANTE

Hace casi un mes corrí una carrera organizada por el municipio de mi ciudad, todo este tiempo estaba buscando la inspiración adecuada para e...