SÓCRATES, EL EXTRAÑO MAESTRO DE ATENAS
En la Atenas del siglo V a.C. proveniente de una familia de condición pobre, su papá escultor y su madre partera, Sócrates es considerado hoy en día como el filósofo más grande de la antigua Grecia y de los tiempos modernos.
Según el artículo escrito por José Solana para la National Geografic;
“Sócrates revolucionó las enseñanzas filosóficas y atrajo a un reducido pero selecto grupo de discípulos, con los que practicó un nuevo método de argumentación basado en el diálogo.
No hay duda de que Sócrates fue un filósofo singular. Algunos de sus discípulos nos lo presentan como un tipo raro, lo que en el griego de entonces se llamaba átopos, y narran episodios curiosos de su vida que subrayan su originalidad”.
En este artículo se hará mención de algunas anécdotas que, a mi criterio, son de las más significativas y que trascendieron en el tiempo.
Desde el punto de vista del lector actual, la principal rareza de Sócrates consiste en que es un filósofo del que no contamos con escritos, y no porque se hayan perdido, sino por una aparente decisión propia, de un personaje que prefería el calor de la palabra hablada, el diálogo, antes que el frío ejercicio de la escritura.
Por fortuna, su intensa y prolongada actividad docente dejó una huella tan profunda en sus discípulos que algunos de ellos, sobre todo Platón y Jenofonte, escribieron amplios relatos de memorias o reproducciones de las clases y diálogos con el maestro.
Nacido en 469 a.C., Sócrates alcanzó su madurez intelectual en un momento en el que en Atenas triunfaba una corriente filosófica particular: el sofismo. Sócrates criticó duramente a los sofistas por sus ideas políticas, morales y también por el modo en que buscaban rentabilizar económicamente sus enseñanzas.
SÓCRATES Y LOS SOFISTAS
Las diferencias entre Sócrates y los sofistas eran notables, comenzando por los métodos de enseñanza. Los sofistas se dedicaban a impartir conocimientos concretos que debían tener una utilidad práctica para los alumnos, como lo era el arte de la oratoria.
En la Atenas democrática, donde el éxito en política dependía de las intervenciones ante la asamblea del pueblo o en los tribunales, el mensaje sofista encajaba casi perfectamente.
Sócrates, por su parte, buscaba estimular el espíritu de sus discípulos.
No actuaba como un maestro al uso, que inocula nuevos conocimientos a su alumno. Su método era la mayéutica, término que proviene de la palabra griega mayeuta, partera (que era la profesión de su madre). Igual que una partera o comadrona ayuda al alumbramiento, Sócrates ayudaba al discípulo a aflorar las ideas que éste guardaba en su interior, para analizarlas y saber si eran valiosas y merecían detenerse en ellas o si se trataba de falsedades que se debían desechar.
Por ello, frente a las conferencias o los discursos que los sofistas dirigían a un gran auditorio, Sócrates prefería el diálogo en pequeños grupos de discípulos. Incapaz de construir esos largos parlamentos que los oradores vierten sobre los oyentes, su especialidad era el discurso breve de preguntas y respuestas en un diálogo entre dos. Ahora bien, para Sócrates el diálogo no era una conversación cualquiera, sino que debía cumplir algunos requisitos. El diálogo era, ante todo, una forma de razonamiento, que incluía el acuerdo entre Sócrates y su interlocutor.
Además del recurso al diálogo, la selección de los alumnos era un segundo rasgo que distinguía a Sócrates de los sofistas.
Éstos (los sofistas) llegaban a una ciudad y presentaban al público el programa del curso que ofrecían y el importe de la matrícula, que variaba según el prestigio de cada profesor. Se decía que algunos sofistas obtenían elevadas sumas de dinero por su actividad. Sócrates, por el contrario, rechazaba poner precio a sus enseñanzas, pero no por ello cualquiera podía asistir a sus clases, sino que se reservaba el derecho de admitir o rechazar a un candidato.
En ocasiones era el genio divino que le asistía (una voz que, por lo general, le aconsejaba llevar a cabo una determinada acción) el que le prohibía ofrecer su ayuda a jóvenes que no guardaban nada valioso en su interior.
Aunque se sabía que los sofistas eran personas con mucha labia capaces de mover multitudes. Lo que no era aceptado por algunos pensadores de la época, incluidos Sócrates y Platon, era que estos cobraban por impartir sus conocimientos.
A título personal, esto no estaba mal. Me imagino en nuestros tiempos los sofistas serían algo así como los conferencistas de liderazgo y superación personal, mentores, o asesores de líderes políticos, tipo:
Tony Robbins
Miguel Angel Cornejo
Steve Covey,
Pero lo que si estaba en tela de juicio era que también, por dinero, algunos sofistas, solían utilizar sus habilidades de retórica para defender las posiciones de los Aristócratas que los empleaban. Podían defender causas no tan justas. O simplemente usaban su talento para llegar al poder y tomar ventaja del mismo y enriquecerse.
En los tiempos de Sócrates, los sofistas, por el trabajo remunerado que recibían, vestían bien y acumulaban un patrimonio. Por el contrario, Sócrates era pobre, su apariencia y vestimenta era poco más que la de un indigente.
SOCRATES Y EL AMOR
Nuestro personaje en análisis, fue un hombre casado y algunos dicen que tenía 3 hijos. También se dice que su esposa era menor que el en 40 años.
¿Que podríamos decir de su esposa Jantipa?
Lo que se puede decir de ella proviene de los amigos y alumnos de Sócrates, que la consideraron prácticamente como una bruja.
Pero es mi humilde opinión por lo poco que investigué, que Jantipa era una mujer normal que solo reaccionaba ante el comportamiento de un esposo dejado.
Se dice que Sócrates, en sus caminatas con sus alumnos, se perdía por varios días de su casa y que era bebedor de vino. Es por eso que lo representan como un gordito bonachón.
Obviamente una esposa con un marido con esas características tendría que tener algún tipo de reacción, mucha paciencia, o mucho amor.
Jantipa no era una mujer tonta ni calmada, era una mujer normal y eso basta para poder entender sus reacciones.
Actitudes que se escriben en las siguientes anécdotas:
En una ocasión Jantipa había reñido mucho a Sócrates. Seguramente después de una de esas salidas con sus estudiantes donde se ausentó por varios días. Sócrates, cansado de oírla salió de la casa y se sentó en la puerta. Por experiencia propia, cuando estas en una discusión con una chica, lo que mas les molesta es que las dejes en plena discusión. Continuando con la historia, Jantipa se enojó mucho más al ver la tranquilidad de su marido.
Lo que pasó seguidamente es que ella le arrojó desde su ventana un bacín de orines que le mojó todo. Los vecinos que atestiguaron lo ocurrido rieron a carcajadas. Sócrates también reía con ellos y decía: “BIEN ADIVINABA YO QUE TRAS TANTOS TRUENOS LA LLUVIA TENIA QUE SEGUIR”
Siempre se muestra a Jantipa haciendo la vida imposible a su marido, y este, con pleno dominio de sí mismo, aguantándolo todo.
Alcibíades (un amigo cercano
de Sócrates) le dijo que: “cómo soportaba a Jantipa siempre injuriándole;
Sócrates le contestó: “Pues lo mismo que uno se acostumbra al ruido continuo de
una polea de pozo, como aguantas tú el graznido de tus gansos”.
Pero –le interrumpió
Alcibíades – “me dan huevos y crían”; “también me da a mí Jantipa hijos”,
terminó el filósofo.
Se dice que en una
conversación con sus amigos Sócrates dijo:
Tengo 3 penas en la vida:
La oratoria, pero lo combato con la reflexión
La pobreza, pero por suerte tengo fortuna
Una mujer, pero de esta no me puedo librar porque estoy
unido con ella en matrimonio. Estoy con mi esposa por que la necesito, no sería
nadie sin ella.
Por último, es preciso mencionar que, en honor a la verdad,
Jantipa permaneció fiel junto a Sócrates hasta que en prisión le fue dado de
beber la cicuta.
SOCRATES Y LA ORACION AL DIOS PAN
Esta historia nos relata una
de las más singulares enseñanzas de Sócrates. Estando cerca del santuario de
Pan, el desenfrenado semidiós de los rebaños y los pastores que vivía junto a
las ninfas en el monte Parnaso. Cuenta Platón, que hasta aquí se llegaron
Sócrates y su amigo Fedro un caluroso día de verano. El muchacho venía de
escuchar un discurso acerca del amor, pronunciado nada menos que por el célebre
Lisias, y se disponía a dar un paseo fuera de las murallas para pensar un poco
en lo que había escuchado. En el camino Fedro se encuentra con Sócrates, quien
le ruega que le cuente sobre ese discurso que lo tiene tan pensativo. Platón
nos cuenta lo que conversaron Sócrates y Fedro ese día. Hablaron de la
naturaleza del amor y del enamoramiento. El maestro decía que el amor no podía
ser malo puesto que es un dios, y que otra cosa muy distinta era el
enamoramiento. Hablaron del deseo y de la locura. Sócrates explicó que la
locura viene de los dioses y que existen cuatro tipos: la locura profética, que
viene de Apolo; la locura poética, que viene de las Musas; la locura báquica,
que viene de Dioniso, y la locura de amor, que viene de Eros y Afrodita.
Casi sin darse cuenta los
amigos llegan hasta el Santuario de las ninfas y se sientan bajo un árbol a
descansar y a disfrutar del frescor y de la sombra y del canto de las
chicharras. Allí continúan la plática. Sócrates explica a Fedro que el alma es
inmortal y que los dioses envidian a los que enloquecen de amor. Dice que hay
varios tipos de alma y que los destinos de las almas se diferencian según la
cantidad de verdad que conocen. Explica que las almas superiores están
reservadas a los reyes y a los filósofos, mientras que las inferiores están
destinadas a los demagogos y a los tiranos. Así se les va el día, conversando
de tantas cosas. Al caer la tarde deciden volver, aprovechando que el sol
amaina y empieza a refrescar. El maestro propone, a manera de despedida,
dirigir una oración a los dioses de aquel lugar sagrado. Fedro está de acuerdo
y Sócrates dice en voz alta:
“Querido Pan y todos
los demás dioses que aquí habitan: concédanme ser bello por dentro, y por
fuera, que todo lo que tenga esté en armonía con lo de adentro. Que considere
rico al sabio, y que todo el dinero que yo tenga no sea más que el que puede
poseer un hombre sensato”.
Entonces le pregunta a su
amigo: ¿Tenemos algo más que pedir, Fedro? Para mí es más que suficiente”.
(Mariano Nava Contreras, académico y escritor venezolano con un doctorado en Filología)
Según Mariano Nava:
Así que existe una belleza
interior que debe estar en armonía con la exterior.
Que por cierto concuerdo
totalmente y que a mi punto de vista es muy difícil de lograr y que al lograrlo
se encuentra la paz anhelada.
La belleza interior es el tipo
de belleza que va más allá de la apariencia.
Tu personalidad, tus actos y
tu forma de ser definen la persona que eres por dentro. Cuando estamos bien con
nosotros mismos, la gente podrá notarlo reflejado en nuestros rostros. Algunas
personas manifiestan acertadamente que
"La belleza física atrae, pero la
interior enamora".
Así que hay una riqueza
asociada a la sabiduría y que debe considerarse superior.
Esto me trae a la mente una
frase que escuché ya hace varios años atrás"
LA GLORIA DE DIOS ES LA INTELIGENCIA
“…si en esta vida una
persona adquiere más conocimiento
e inteligencia… por
medio de su diligencia y obediencia,
hasta ese grado le
llevará la ventaja en el mundo venidero”
(D. y C. 130:19).
Así que poco dinero es
suficiente para ser feliz si uno es sensato. Una escritura vendría muy bien
en este punto:
Pero antes de buscar
riquezas, buscad el reino de Dios. Y después de haber logrado una esperanza en
Cristo obtendréis riquezas, si las buscáis; y las buscaréis con el fin de hacer
bien: para vestir al desnudo, alimentar al hambriento, libertar al cautivo y
suministrar auxilio al enfermo y al afligido.
(Jacob 2:18-19)
SÓCRATES Y SUS
ÚLTIMAS PALABRAS DE ANTES DE MORIR:
El día y la hora señalada por
el tribunal que condenó a Sócrates, un verdugo preparó una poción triturando
las hojas de cicuta y cociéndolas después en un poco de agua. A la mezcla
resultante se le solía añadir vino para enmascarar el desagradable sabor y
“dulcificar” el tránsito hacia la otra vida. Para acelerar los efectos tóxicos
del veneno, los verdugos aconsejaban caminar un rato tras beber la pócima, así
los efectos surgían antes debido a la activación del tono muscular. Sócrates,
acompañado de discípulos y amigos, bebió resignado la mortal pócima y caminó…
Así fue la muerte de Sócrates.
Y así lo plasmó su fiel discípulo Platón, quién en su obra Fedón, nos relata de
la siguiente manera los últimos momentos de la vida de su querido maestro.
Él paseó, y cuando dijo que le
pesaban las piernas, se tendió boca arriba, pues así se lo había aconsejado el
individuo. Y al mismo tiempo el que le había dado el veneno lo examinaba
cogiéndole de rato en rato los pies y las piernas, y luego, apretándole con
fuerza el pie, le preguntó si lo sentía, y él dijo que no. Y después de esto
hizo lo mismo con sus pantorrillas, y ascendiendo de este modo nos dijo que se
iba quedando frío y rígido. Mientras lo tanteaba nos dijo que, cuando eso le
llegara al corazón, entonces se extinguiría.
Ya estaba casi fría la zona
del vientre cuando descubriéndose, pues se había tapado, nos dijo, y fue lo
último que habló:
-Critón, le debemos un gallo a
Asclepio. Así que págaselo y no lo descuides.
-Así se hará -dijo Critón-.
Mira si quieres algo más.
Pero a esta pregunta ya no
respondió, sino que al poco rato tuvo un estremecimiento, y el hombre lo
descubrió, y él tenía rígida la mirada. Al verlo, Critón le cerró la boca y los
ojos.”
Finalmente, hay mucho que
decir y analizar de la vida de Sócrates, creo que sería muy beneficioso para
cada uno de nosotros si pudiéramos imitar algunas cualidades de personalidades
de renombre como es el caso de este gran filosofo.
Para concluir me quedo con
esta frase final de la historia:
"Critón, le debemos un
gallo a Asclepio. Así que págaselo y no lo descuides ".
¿Quién era Asclepio?
Asclepio fue el dios griego de
la medicina, hijo de Apolo y de la ninfa Coronis. Es interesante hacer énfasis
que uno de los cargos por el cual Sócrates fue condenado a morir fue porque le
imputaron el hecho que no creía en los dioses de Atenas. Al final de sus días,
él, como deseo final, ordena a sus discípulos que cumplan con este asunto.
Muchos hablan de los excesos de Sócrates en vida, pero lo que no se puede poner
en tela de juicio son sus principios de vida. estos son:
Amor por su familia y la
gente, humildad y búsqueda de conocimiento constante.
PLATON SOBRE SOCRATES
“Doy gracias a dios por
haber nacido griego y no bárbaro, doy gracias a dios por haber nacido hombre y
no mujer, doy gracias a dios por haber nacido libre y no esclavo, … pero por
encima de todo le agradezco haber nacido en el siglo de Sócrates.”
LAS MEJORES FRASES DE SÓCRATES
Un hombre honesto es siempre
un niño
Para Sócrates la honestidad
estaba muy relacionada con el modo en el que los niños siempre se hacen
preguntas sobre lo que saben y están abiertos constantemente a la posibilidad
de admitir que lo que creían cierto no lo es.
Una vida que no ha sido
examinada no merece ser vivida
La filosofía era para Sócrates
uno de los pilares de la experiencia vital, tal y como se expresa en esta
frase.
Habla para que yo pueda
conocerte
El modo de ser de cada persona,
y el modo con el que ve el mundo, puede conocerse mediante el diálogo, un
contexto en el que dos personas se relacionan y pueden formularse preguntas.
El amigo debe ser como el
dinero; antes de necesitarlo, es necesario saber su valor
Una de las frases de Sócrates
acerca de la amistad con un sentido más pragmático.
El único conocimiento
verdadero es saber que no sabes nada
Una de las frases de Sócrates
más conocidas, expresa la humildad con la que el filósofo se enfrentaba a su
tarea y la radicalidad con la que entendía que todos los aspectos de la
realidad deben ser cuestionados.
Solo existe un bien: el
conocimiento. Solo hay un mal: la ignorancia
Sócrates relacionaba la
obtención de conocimiento con la moral, algo que también hizo su pupilo Platón.
La muerte podría ser la más
grande de las bendiciones
Incluso la concepción habitual
de la muerte puede ser revisada filosóficamente, algo que queda plasmado en
esta frase de Sócrates.
Soy ciudadano no de Atenas o
de Grecia, sino del mundo
El ánimo de establecer una
moral universal y un método de obtención de conocimiento siempre válido, así
como su rechazo del relativismo, hacían de Sócrates una persona cuyo espacio
vital era todo el mundo, y no solo una región.
Para encontrarte a ti mismo,
piensa por ti mismo
Una frase de Sócrates a favor
de la creación de un criterio propio mediante la reflexión.
Solo el conocimiento que llega
desde el interior es verdadero conocimiento
Sócrates creía que la
sabiduría nace de la examinación de verdades que, examinadas del modo adecuado,
son evidentes en sí mismas, y por lo tanto son independientes de lo que se
conoce sobre lo que nos rodea. Esta idea influyó mucho a Platón.
No hagas a otros lo que te
enfurecería si te lo hicieran los demás
Una frase que recuerda al
sistema moral desarrollado por Immanuel Kant siglos después de la muerte de
Sócrates.
Prefiero el conocimiento a la
riqueza, ya que el primero es perenne, mientras que el segundo es caduco
Para Sócrates la obtención de
conocimiento es algo que queda marcado en la personalidad de cada uno.
El amor más caliente tiene el
final más frío
Una reflexión sobre aquellas
relaciones amorosas marcadas por las pasiones.
Ser es hacer
Una idea que ya ha resonado en
otras frases de Sócrates: se llega a ser algo a través de la práctica y no de
la prédica.
Mantén un buen ánimo acerca de
la muerte, y haz tuya esta verdad: que nada malo le puede pasar a un hombre
bueno, ni en vida ni después de morir
El bien equiparable al
conocimiento era para Sócrates un elemento de tal importancia que llegar a él
hacía que aquello que es percibido como malo se disipase.
Aquellos que son más difíciles
de amar son los que lo necesitan más
Una reflexión acerca del amor
y el modo en el que afecta a ciertos tipos de personalidad.
Haz que la faceta pública y la
privada del hombre sea una
Una de las frases de Sócrates
que reflejan su aprecio por la honestidad.
Sé amable con todo el mundo,
pues cada persona libra algún tipo de batalla
Una de las reflexiones de tipo
moral de este filósofo.
Me llamo a mí mismo guerrero
pacífico, porque las batallas que libramos se producen en el interior
Esta reflexión pone énfasis en
el carácter introspectivo de la tarea de Sócrates.
La excelencia es un hábito
Para este pensador, uno es lo
que hace.