sábado, 11 de abril de 2020

DE INTERÉS CULTURAL Y ESPIRITUAL


LOS APUS (MONTAÑAS), DEIDADES ESPIRITUALES


Hace algunos años atrás tuve que viajar a Bolivia por motivos de trabajo. Connor Robertson (estudiante de ingeniería de BYU) y yo, partimos al altiplano para investigar sobre las tecnologías de elaboración de pozos artesanales. 

El propósito principal fue de replicarlos en las zonas del norte peruano.
En ese tiempo trabajábamos para la Fundación Eagle Cóndor Humanitarian. 
Nuestro viaje no solo nos instruyó en cuanto a pozos artesanales, pero también conocimos mucha gente maravillosa y aprendimos de su cultura.
Una de las cosas que más llamó mi atención fue que cuando estábamos haciendo el trabajo de campo sobre los 3900 msnm. Nuestro guía y anfitrión Willy Mendoza, nos contó una historia que me impactó.

Esta historia tenía que ver con las montañas más famosas que se encuentran en cercanías de la ciudad de La Paz.
A continuación, el relato:


LA LEYENDA DE ILLIMANI Y MURURATA

Los volcanes Illimani y Mururata eran dos hermanos titanes hijos del dios creador Wiracocha. El joven e impetuoso Mururata, envidioso de la majestuosidad del Illimani, y de la preferencia de su padre Wiracocha hacia su hermano, un día lo desafió.
El noble Illimani intentó hacer entrar en razón a su joven hermano, pero ese mismo intento lo volvió más agresivo y aumento el odio destructor de Mururata.


Wiracocha que se percató de la pelea de los dos hermanos, tomó partido por su hijo preferido Illimani. Él aprovechó de la noche para advertirle de las intenciones del joven Mururata y de paso para darle una honda que le permitiría defenderse. Antes que aparezcan los primeros rayos del sol, los dos titanes se alistaban para el combate, Illimani tomo la honda y lanzo un proyectil a la cabeza de su hermano. El arma decapitó a Mururata y su cabeza fue proyectada hacia unas tierras lejanas.
El cuerpo decapitado de Mururata se quedó en el mismo lugar al lado de Illimani, y su cabeza yaciendo al medio del altiplano formó el solitario Sajama.
(leyendas y mitos de la cultura Boliviana)


Cuando escucho relatos donde intervienen un padre y dos hijos en disputa, no puedo evitar relacionarlo con las historias religiosas del cristianismo.
Dios el padre, Jesucristo y Satanás, que también fue conocido como Lucifer y donde es mencionado una sola vez en el antiguo testamento. 
Isaías 14:12

¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.

Para la Iglesia De Jesucristo de Los Santos de los Últimos Días, el término “lucifer” literalmente significa: “El Que Brilla” o “Portador de Luz”. 
También se le conoce como Hijo de la Mañana.
Lucifer fue un hijo espiritual de Dios el Padre Celestial y dirigió la rebelión en la vida pre terrenal.
Cuando nos referimos a Jesucristo y su vida, el personaje antagonista es Lucifer, su hermano rebelde en la pre existencia.


Al margen que esta historia parezca una mera coincidencia, me dediqué a hacer un poquito de investigación en lo referente a las montañas y su significado dentro de la cosmovisión andina; y que relación tendrían dentro del cristianismo.

En un trabajo de tesis doctoral de la Universidad Mayor de San Marcos titulado: APUS DE LOS CUATRO SUYOS: construcción del mundo en los ciclos mitológicos de las deidades montaña.
Del autor: Rodolfo Sánchez Garrafa.

La palabra “Apu” está definida de la siguiente manera:
Apu: Es el vocablo que se usa para designar a los espíritus que habitan en los cerros, en el entorno de las comunidades. El origen de estas deidades suele formar parte de grandes ciclos cosmogónicos, que explican el sentido del mundo y la existencia humana, así como el orden general de las sociedades andinas
Las culturas americanas pre incas veían a las montañas como la residencia o materialización de sus deidades, idea que llevó a construir recintos destinados a las deidades tutelares en elevadas cimas.
Apu es un vocablo quechua que quiere decir «señor» y se usa para designar a los espíritus que habitan en los cerros, en el entorno de las comunidades. El origen de estas deidades –como se ha dicho en capítulos precedentes– suele formar parte de grandes ciclos cosmogónicos, que explican el sentido del mundo y la existencia humana, así como el orden general de las sociedades andinas. 
Etnológicamente, el término apu en el mundo andino es reservado para referirse a las divinidades tutelares de los cerros y las cumbres nevadas donde la gente le hace ofrendas y lleva a cabo prácticas rituales.

Se dice que, en tiempos del incanato, no cualquiera podía subir a las montañas. Solo los sacerdotes incas, previas ofrendas y rituales, tenían el permiso para subir a las cumbres de los apus.

¿Qué hacían en la cima?
En un artículo publicado por el Ministerio de Cultura titulado: 
El Camino Secundario de Huarocondo al Cerro San Cristóbal, Consideraciones rituales e interpretación; escrito por mi amigo Luis Ccori Martinez (de profesión arqueólogo y guía de turismo).
Nos da una idea clara de lo que hacían los que eran privilegiados de subir a las partes altas de los apus. 
A la letra dice:

“… lo cual nos permite sugerir que si se realizaron actividades de culto ya que el panorama es absolutamente propicio, aquí es necesario hacer referencia a Hyslop cuando se refiere que LOS LUGARES SAGRADOS UBICADOS EN GRANDES ALTURAS fueran interpretados con frecuencia como observatorios paisajísticos, puesto que las personas situados en ellos tuvieran una visión magnifica de sus deidades”.


En base a mi experiencia, quiero expresar lo maravilloso que es estar en la cima de una montaña, no solo por la maravillosa vista del paisaje que está por debajo de uno, pero por la solemnidad que esto representa. 
El mismo aire es diferente, el viento (waira en quechua) con su sonido particular y a veces intimidante; y claro, para los que somos cristianos, tomar un momento de reflexión y oración se convierte en un momento solemne y muy espiritual.

Para los que vivimos en Cusco o para aquellos que tuvieron la suerte de visitar esta tierra, somos testigos de que los más grandes vestigios religiosos incas se encuentran en las partes altas de la geografía cusqueña (cerros, cumbres y montañas), es el caso de Sacsayhuaman, Pisac, Ollantaytambo y la ciudadela de Machupicchu.

Cuando los españoles llegaron al Perú, una de las cosas que impusieron con fuerza fue la religión. Los colonizadores a su llegada destruyeron los templos dedicados a las deidades incas: El sol, la luna, la serpiente, el agua, la tierra, etc. (Inti, quilla, amaru, yacumama, pachamama).

Saquearon los lugares que estaban adornados con oro y minerales preciosos y en esos mismos lugares edificaron templos católicos. Hoy en día es muy fácil darse cuenta que en el centro histórico de la ciudad existen templos de la época colonial a cada dos o tres cuadras. 
Hermosos edificios antiguos de estilo barroco que antes de la llegada de los españoles eran lugares para las deidades de la cultura inca.

¿Pero qué relación tienen la destrucción de los templos incas con los APUS?

Después de la construcción de templos católicos y la evangelización forzada, lo que los españoles no pudieron lograr fue eliminar los APUS de la creencia de los locales.

¿Cómo destruir una montaña?

Simplemente era imposible, fue lo único que no pudieron hacer. 
Sin embargo, lo que sí hicieron es colocar en la cima de los cerros (APUS) una cruz. Si los locales querían seguir venerando a los APUS, tendrían que venerar a la cruz católica.

Hoy en día, a inicios del mes de mayo, dentro del calendario de tradiciones católicas en el Cusco, está la festividad del “Cruz Velacuy”; que no es otra cosa que la fiesta en veneración de la cruz. 

En estos días las cruces que se encuentran en lo alto de los cerros, reciben la veneración de los fieles que suben a lo alto de las montañas en señal de fe.
Estos días se convierten en un evento muy especial, ya que la religión cristiana se mezcla con el misticismo andino creando unos días muy llamativos para todos los turistas que llegan hasta nuestra ciudad.

La “Escuela Cusqueña” (siglo XVII) hoy en día es muy conocida. Sus orígenes datan desde la época del virreinato.

Existe una discusión abierta entre algunos historiadores, sobre la relación de la vestimenta de las vírgenes y la representación del APU. Por mucho tiempo se consideró que la forma triangular de los vestidos de las vírgenes representaba a un cerro o a la pachamama. 



Algunos historiadores manifiestan que los autores mestizos de estas obras de arte cusqueño, trabajos que en su mayoría son anónimos, simplemente expresaron en sus obras parte de sus creencias ancestrales.

A estas alturas creo haber sustentado el primer punto en relación a los cerros y su valor espiritual en tiempos del incanato.

En las sagradas escrituras las partes altas de las montañas también eran representación de pureza y solemnidad, es más, sabemos que cuando el Dios del antiguo testamento se comunicaba con el hombre, lo hacía desde la cima de una montaña.

Éxodo 24:12-14

Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí, al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley y los mandamientos que he escrito para enseñarles.
Y se levantó Moisés con Josué, su ayudante; y Moisés subió al monte de Dios.
Éxodo 33:11
“…Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera con su prójimo…”

En el libro de Mormón, también nos relata la comunicación de Dios  con Nefi en las partes altas de la montaña.

1Nefi 18:3
Y yo, Nefi, subía con frecuencia al monte y a menudo oraba al Señor; por lo que el Señor me manifestó grandes cosas.

En conclusión, en lo personal está muy claro que hay una conexión espiritual muy fuerte en la cima de las montañas. Tanto para los hebreos del antiguo testamento, como para los habitantes de la América antigua.
Un consejo:
Invito a hacer un esfuerzo de subir a una montaña, a un cerro o algún lugar de la naturaleza en las alturas de tu comunidad, claro está siguiendo todas las recomendaciones de seguridad y a lugares que tengan señalización para evitar accidentes. 
Tengan en cuenta que la preparación física tiene que ir de la mano con la preparación mental, emocional y espiritual.
La preparación física es muy importante, estamos hablando de al menos 2 o 3 horas de caminata para subir y otras tantas para bajar dependiendo cual sitio queremos subir.
La geografía de nuestra tierra rodeada por cerros es adecuada para este tipo de actividades.
La experiencia de estar en contacto con la naturaleza de por si es fantástica.
Una vez arriba, arrodíllense y pónganse en contacto con el "Jefe", el Padre. Les prometo que experimentaran cosas únicas.




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